sábado, 8 de marzo de 2014

Poco trecho

Se trabaron ventanas y puertas el día en que ella sostuvo su derrota en las manos, sin embargo en medio del lío y del desorden estaba la llave que tenía el nombre  correcto de quien debía sujetarse otra vez.
Se escondió  asustada,bajo la suciedad y respiró, transpiró y se nutrió del complejo energético que se formó por la interacción de estas tenebrosas circunstancias.

Claustrofobia patológica es lo que sentía, cada vez que tomaba una bocanada de aire y dormía día y noche con la esperanza de despertar flotando sobre la apatía de su reducido espacio.
Los días pasaban, tal cual pasan las páginas de un buen libro que sostiene un cándido lector, en el que entre medio se ajan las hojas y gotas de café que llegan a tocar los labios, se resbalan siendo el sostén, el dulce ejemplar.
Los sentidos se comenzaron apagar, los sonidos eran simples silbidos monótonos de una canción arruinada, las imágenes tomaron tonos amargos  y el contorno era muy difícil de dibujar, el aroma se transformaba en oscuridad, los sabores eran grises  y mientras más lo eran, más a gusto comenzaba a estar. El contacto se comenzó a transformar en desazón, su coraza solo percibía texturas ácidas y pegajosas, de hecho ni si quiera podía distinguirlas.
Pero lo más significativo y preocupante, fue la imposibilidad de sentir. De respirar naturaleza, de palpitar alegría, de sonar tristeza o de plasmar AMOR.
Las emociones las manejaba su alrededor y si eso quería ella para sí misma, el ambiente se encargaba de prepararle zumos de inercia y ruinas, que hacían su sangre espesa y el corazón que gritaba por una mano, se le acallaba con piedras y martillazos.

Habían días que sentía que debía levantarse, pero no era fácil trasladarse, sus piernas eran raíces veteranas que se quedaban junto al junco de las paredes. 

Un día el dolor en vez de quedarse sentado por ahí, le mordió la oreja y  la despertó de la desidia diaria con la que comulgaba.
Hacía tanto tiempo que no sentía nada, que tuvo una larga charla con él,  con el cual quedaron en el común acuerdo que la viniera a visitar un día a la semana.
Pasaron los días y la ansiedad de que volviera éste, hizo que con su dedo sacara el moho pegado en la ventana, para poder mirar. Pero al momento que lo hizo, un  destello de luz dulce  junto a una brisa de calor, le envolvieron el cuerpo y se sumió en un estado de lujuria y ambición, que le permitieron buscar el trapo más cercano para recibir más de este maravilloso estruendo.
Aun encandilada olfateó y le volvió la sangre más líquida.
Así los días eran más cortos, el dolor volvía cada semana pero esto le hacía más alegre y sentía la luz enrolladora diferente cada día.

Pasaron las semanas y Soledad como siempre la vino a saludar, aun cuando lo hacía siempre por primera vez en mucho tiempo ésto, le causó un vacío gigante que justificadamente intentó esconderse de nuevo en la suciedad que al comienzo tenía, pero aunque lo intentara e intentara. Ya no era igual. 
Ahora la luz se encargaba de levantarla y abrazarla en las mañanas, lo que la llenaba de vigor. Y esto le impedía, hacer otra cosa que mover sus muebles y dejarlos todos a la vista de este lindo destello.





En medio del desorden, encontró una silla la que inmediatamente usó para dejarla en una esquina para cuando la visitara Soledad, en realidad ésta no le hacía la vida difícil, sino que Ella misma se la hacía a Soledad. 

Mientras movía los muebles de aquí y allá, encontró bajo éstos, recuerdos-Encontró cartas de amor con promesas rotas y fotos con declaraciones robadas.  Ella, acostumbró mucho tiempo a guardar la basura bajo la alfombra, pero no recordaba que éstas se transformaron en parte del desorden enmarañado, que correspondía a la culpa que abrigaba haber perdido un tesoro preciado o bien, la ira de haberse sentido perdida por tanto tiempo.
En ese momento, una ráfaga de viento le quitó los recuerdos, las mentiras, las promesas, los engaños y la traición y los llevó junto a la ventana, la rabia que sentía ella era tan grande que le hizo gritar tan fuerte que las ventanas se quebraron volando todos éstos,pero dejando parte del amor que alguna vez sintió, así que Ella guardó en un baúl al lado de la Soledad

Nunca supo como un día, comenzó a tirar  trastos de un lado al otro hasta que después de un largo tiempo se pudo ver que el color del piso era almíbar, que en cada grieta que se unían los maderos se asomaban pequeños trozos de pasto tierno, los cuales al probarlos con recelo, sabían a libertad.

Libertad irradiada por el calor de la sangre de la hierba que comenzó a sentir  con más fuerza en su cuerpo y que emanaba por sus muñecas cada vez que tomaba herramientas que permitían transportar y transformar la suciedad en pulcras columnas pulcras de color blanco ubicadas en un rincón de la pieza.

Aun Ella está limpiando los lugares que siguen enmarañados y con lodo adherido y aunque la porquería no la elimina, ni se puede botar. Las esculturas en la cual se transforman, permiten ordenar y no olvidar que a partir de lo tenebroso se pueden formar geométricas, simétricas y perfectas torres que se reflejan con la luz y proyectan vigorosidad.

Dicen que la han visto por su ventana, contemplando el sol y repasando con su trapo el ventanal. 
Dicen que la llave está a la vista, pero que falta aun limpiar y que para desnudarse se tomará cada prenda, se deshilachará y luego se tejerán olvidos y refuerzos.
Dicen que Ella con Soledad son íntimas amigas, que su unión le ha permitido fusionarse y sentir una a través de la otra.
Dicen que las columnas se tornan cada vez más claras como si fueran transparentes, pero que al pasar por el lado puedes chocar tan fuerte que te podrían enviar bajo la alfombra.
Dicen que Ella no está sola, está consigo misma y está contenta porque ya no tiene problemas en sus sentidos, que la canción arruinada se transformó en una sinfonía, que las imágenes juegan con el sabor dulce, el contraste y la luz,  que el aroma lo siente en fulgores y que los sabores tienen cada vez más tonos pasteles. Que el contacto lo añora, de hecho que se descubre a sí misma cada día, que interactúa con cada parte de su cuerpo y cada fibra de sus sueños y lo más importante que está lista para Amar, que  el corazón otra vez lleva fluidos activos, enardecidos y que le llenan el alma sin recelo.
Dicen que la vida le quiere abrir la puerta, pero que le faltan 3 pasos por caminar dos a la izquierda y uno al frente. Y un par de dolores por sentir.

Ya no queda nada, pero estoy seguro, que cuando sea el momento de escaparse de este lugar tan misterioso, saldrá con las manos y la vista en alto, que Ella lo logró y que todas las lágrimas que se regaron por el suelo, hicieron que saliera la hierba más brillante de todas las hierbas. Que todo el dolor estucó las columnas y que junto con Soledad pintaron los rincones para que no volvieran a llenarse de descuidos.


Confío y Gracias, se está acabando por fin.











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